Cómo manejar el orgullo de tu novio en la relación (y no morir en el intento)
Vale, esto me pasó hace tiempo y juro que todavía me río cuando lo recuerdo. Mi chico, un tipo con un orgullo tan alto que podría usarlo de sombrero, se negó a pedirme ayuda para montar un mueble. El orgullo de tu novio, esa cosa que puede ser un muro o un puente, dependiendo de muchos factores. Porque, a ver, ¿quién no conoce a alguien que se empeña en hacer las cosas a su manera solo para no parecer débil? Pues sí, eso puede ser agotador en una relación. Y justo de eso quiero hablar hoy, porque manejar ese orgullo no es fácil, pero tampoco imposible.
Primero: entender qué es ese orgullo
El orgullo no es solo terquedad o egoísmo. A veces es una máscara que usan para protegerse, para no sentirse vulnerables. Y ojo, que no digo que sea excusa para no ceder o para que te pasen por encima, pero entenderlo es la clave. Si piensas en eso como un escudo más que una barrera, puede cambiar tu enfoque.
La delgada línea entre respeto y orgullo
Es curioso cómo a veces confundimos respeto con orgullo mal entendido. Tú quieres que te escuchen, que te valoren, y él quiere demostrar que puede solo, aunque se esté complicando la vida. Es más, el orgullo puede ser un mecanismo para mantener la dignidad, especialmente si viene de experiencias pasadas donde quizá no se sintió valorado.
Comunicación, pero de verdad
He leído mil veces que la comunicación es la base de todo. Pues sí, pero no la típica charla de café donde dices “me gustaría que me escucharas más” y él se queda mirando al infinito. No, hablo de crear un espacio donde ambos puedan ser honestos sin miedo a ser juzgados. Y claro, esto requiere paciencia y, a veces, habilidad ninja para esquivar ese orgullo que salta.
¿Tácticas para manejar ese orgullo?
- Paciencia: No esperes que cambie de un día para otro. El orgullo está arraigado.
- Reconocer sus logros: A veces lo que él llama orgullo es solo orgullo personal, no para molestar.
- Evitar confrontaciones directas: Mejor ir por las esquinas, con sutileza.
- Modelar la vulnerabilidad: Mostrar que tú también puedes ser vulnerable, que no pasa nada.
- Buscar momentos adecuados: No es lo mismo hablar de temas delicados cuando está cansado que cuando están tranquilos.
Ah, espera, creo que me estoy liando un poco con esto. Tenía algo apuntado pero no lo encuentro, da igual. Lo que quería decir es que a veces ni haciendo todo bien sale. No sé si me explico, pero bueno, ya me entiendes. A lo mejor también el orgullo de tu novio no es solo suyo, sino como una mezcla con lo que la sociedad le ha metido en la cabeza, eso de ser fuerte y no mostrar debilidad, eso pesa un montón, y a veces parece que estás peleando contra eso y no contra él. Bueno, sigo.
¿Cuándo poner límites?
Obvio, no todo se aguanta. El orgullo no debe ser excusa para faltas de respeto o para hacerte sentir menos. Si ves que él usa ese orgullo para manipular o para imponer su voluntad sin escuchar, es momento de poner las cartas sobre la mesa. Y ojo, poner límites no es pelear, es cuidarse a uno mismo.
Pequeños gestos que pueden suavizar ese orgullo
- Preguntar su opinión antes de tomar decisiones, para que sienta que importa.
- Celebrar sus éxitos aunque sean pequeños.
- Dejar que él tome la iniciativa en algunas cosas.
- Usar el humor para desarmar momentos tensos.
¿Y si no cambia? ¿Qué hacer?
Bueno, aquí viene lo duro. No todos cambian, y no todos quieren cambiar. El orgullo puede ser parte de su esencia. Si eso te hace daño o no te deja crecer, quizá sea momento de replantear la relación. Porque al final, dos personas tienen que construir un espacio donde ambos se sientan seguros y libres, y si el orgullo es un muro imposible, la cosa se complica.
Para terminar (aunque creo que ya me he alargado más de la cuenta)
Manejar el orgullo de tu novio en la relación es un arte que no tiene receta mágica. Se trata de equilibrio, de entender sin dejarte pisar, de paciencia sin resignación. Y sobre todo, de amor que no se confunda con sumisión ni con batallas constantes. A veces es tan simple como aceptar que nadie es perfecto y que el orgullo, aunque a veces molesto, también puede ser parte de lo que hace a esa persona única. En fin, eso creo.
Y nada, me quedo aquí que ya estoy cansado y creo que no me salen más ideas sin repetirme. Lo importante es que si estás leyendo esto y luchas con ese tema, que sepas que no estás sola y que el orgullo, bueno, es complicado pero no invencible.